Resulta curioso y sorprendente que un invento que va camino de ser centenario siga manteniéndose como uno de los utensilios habituales del hogar, algo que dice muicho en su favor.
Con un mecanismo simple, un cuerpo de aluminio y un asa de baquelita, la cafetera moka italiana aguanta las embestidas de las más modernas cafeteras que inundan los mercados en los últimos años.
El ingenio y la simplicidad no sucumben frente a la tecnología y la sofisticación (a veces, también ingeniosa).
La prueba definitiva de que estamos ante un invento genial es lo poco que ha cambiado desde que se inventó. Prácticamente es imposible de mejorar. Podemos encontrar cafeteras de colores, con base eléctrica o con materiales de mayor o menor calidad, pero la cafetera italiana sigue siendo la misma. No hay quien la cambie.
Para preparar un buen café, no hace falta ser un consumado barista. A mi, personalmente, me gusta añadirle un poco de café robusta para que el aroma del café sea un poco más intenso.
Conviene que el café quede distribuido homogéneamente en el filtro. No hay que aplastarlo, basta con dar unos cuantos golpes para que se distribuya por todo el espacio disponible.
¿Cuántos años seguirán dando guerra las cafeteras italianas? Parece que muchos.